lunes, 22 de julio de 2013

Hace casi 5 meses perdí a una persona muy importante en mi vida. No había escrito nada porque realmente no se me ocurrían las palabras adecuadas; no deseaba sonar tan triste ni tan feliz. No estoy segura si conforme el tiempo pasa, asimilo más o asimilo menos lo que sucedió. Es difícil que, después de 20 años de convivir diariamente con una persona, de repente simplemente ya no esté ahí físicamente, especialmente si todo lo que te rodea te recuerda a ella.





A veces mi memoria me traiciona, me hace escuchar tu voz en mi mente y me provoca una nostalgia horrible. No hay día en el que no desee que estuvieras aquí para verme, y no hay acción que lleve a cabo sin preguntarme en lo que pensarías sobre mí. Tampoco hay día en el que no me sienta agradecida por todo lo que hiciste por mí, y no hay día en el que no me lamente no haberte agradecido lo suficiente cuando te tuve enfrente. Pero en el fondo, siempre supe que sabías lo que sentía. Y todos sabemos que nunca me alcanzaría la vida para regresarte todo lo bueno que hiciste por mí.

Sé que la mejor manera de agradecerte es haciendo las cosas bien, aprovechando las oportunidades que me diste para bien. Sin ti, no hubiera conocido el mundo en el que vivo, y mucho menos, me hubiera acercado a las aspiraciones que tengo para el futuro. Me abriste las puertas a todo un mundo que probablemente nunca hubiera imaginado que estaba a mi alcance de no ser por ti. Todos mis deseos por crecer y ser alguien en esta vida, las ganas de superarme y de aprender.

Donde sea que estés, debes de saber que cada viaje, cada idioma que aprenda, cada oportunidad de crecer; simplemente, cada paso a convertirme en alguien mejor, está dedicado a ti. Gracias por todo.

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